Los actos vandálicos a salones de juego se han convertido en algo común entre los colectivos anti-juego. No solo censuran y quieren la desaparición de un negocio legal e hiperregulado sino que algunos de ellos emplean la violencia física para conseguir sus propósitos. Esto se debe acabar ya y la Justicia española debe ser contundente con estas tropelías.
Los desperfectos ocasionados en el salón representan no solo un desembolso por parte de la empresa titular del establecimiento sino un desbarajuste en cuanto al funcionamiento del local. En un estado democrático se sigue reivindicando la violencia para acabar, en este caso, con un sector legítimo, que genera riqueza con puestos de trabajo y contribución fiscal y supone un espacio de ocio y diversión para muchos ciudadanos.
¿Se pintan y destrozan los bares por vender bebidas alcohólicas o los estancos por vender tabaco?. El sector del juego sigue siendo la diana donde muchos descerebrados vuelcan su impotencia e irascibilidad. Esta foto es en un local de San Sebastián. Lo dicho. Deleznable.